Amaneció un día totalmente despejado, y nos encontramos a las 10 de la mañana en el punto de encuentro, el consulado de Portugal en el Prado de San Sebastián. Una vez agrupados, salimos hacía Villanueva del Río y Minas, allí hicimos una parada para tomar un café y coger fuerzas para llegar hasta nuestro destino.
Tras llegar al apeadero de Arenillas, nos pusimos a recorrer el sendero que atraviesa la preciosa dehesa en la que se encuentran las ruina de Munigua. Por el camino tuvimos ocasión de ver numerosas especies típicas del bosque mediterráneo y sus dos especies más representativas, el alcornoque y la encina, los alcornoques todavía con un tono rojizo, que nos recuerda que no hace mucho alguien se ha ocupado de "sacarles" el corcho.
Entre alcornoques y encinas, llegamos hasta un punto del recorrido en el que vemos por primera vez a lo lejos, el impresionante "muro" de la ciudad de Munigua, la gran mayoría de los que nunca habían ido se quedan sorprendidos ante la presencia de esta gran mole en "medio del campo".
Allí hicimos una introducción de lo que íbamos a ver poco más adelante, y hoy aprovechamos para recordar las bondades de la dehesa como ejemplo máximo de lo que significa el desarrollo sostenible. Un perfecto ejemplo de como la conservación del medio ambiente, proporciona al hombre varios tipos de aprovechamientos económicos a la vez, el corcho, la miel, las bellotas para los cerdos, pasto para el ganado bovino y ovino, madera, plantas con las que hacer aromas o cocinar...
Tras esta pausa seguimos hasta llegar a la puerta del complejo arqueológico y comenzar la visita por dentro del mismo. Entonces empiezan las explicaciones de Carlos, para hacernos saber como vivían sus habitantes, cual es la razón que hizo en su día que los romanos construyeran allí esta ciudad, cual era la misión de los diversos edificios que nos encontramos... y que en definitiva los romanos que habitaban Munigua en aquel entonces, no eran tan diferentes a nosotros que la visitamos hoy día, y que todo tenía un uso y una razón de ser.
Tras la magnífica visita por el complejo arqueológico, emprendemos la vuelta hacía Arenillas (algunos cargados de los primeros espárragos que ya van saliendo), nos montamos en los coches y nos vamos en busca de un más que merecido almuerzo... que por cierto se hizo esperar, pero se disfrutó bastante.
A las 6 de la tarde estábamos de vuelta en Sevilla, después de haber pasado un gran día rodeados de amigos, naturaleza y cultura.
Muchas gracias a todos los que asististeis.